Este tipo de práctica tiene muchas variedades; la caza mayor o montería es la que se centra en grandes mamíferos -corzo, venado, rebeco, jabalí-, repartidos en varios continentes; la caza menor tiene como objeto animales más pequeños, como liebres, conejos, codornices, perdices, faisanes, etc.
España sigue siendo una de las mayores reservas cinegéticas de Europa -sobre todo en áreas como Castilla-La Mancha, Extremadura y Andalucía, donde se organizan ojeos y batidas-. El ojeo consiste en espantar la caza para llevarla hacia los puestos de los cazadores; y la batida consiste en recorrer y reconocer el monte para levantar la caza.
Pueden utilizarse varios instrumentos, que dan lugar a caza con trampa, caza con arma de fuego (al ojeo, con perro, al acecho o a la espera) y caza con animales de presa (hurón y cetrería -halcones y azores-).
Es curioso cómo los cazadores atribuyen a la caza una finalidad preventiva y un carácter deportivo, noble y en ocasiones casi místico, al entender la naturaleza como elemento temible y poderoso al que hay que doblegar y vencer.
Y más curioso resulta aún esta visión de mano de gente supuestamente culta, preparada, tolerante y respetuosa en pleno siglo XXI, donde la naturaleza es de hecho un bien escaso y a proteger.
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